Los tiempos del alma

Serie Recuento #2

Me prometí a mi misma que haría todo lo posible por librarme de la mayor cantidad de cargas posibles para éste día. Y creo que me he cumplido. Sin embargo, sé que algunas cosas dejan un eco profundo que a veces resuena por algún tiempo, incluso, mucho tiempo después de haberse callado la voz que lo originó. Y de eso me queda un poco. Mucho. Muchas voces de fondo, muchas ideas que no han muerto, muchas ilusiones que se niegan a morir y muchos sueños que no tengo aún el valor de abandonar. Pero es que en las cosas del alma el tiempo transcurre distinto, mas lento quizás para tantas cosas que nos causan dolor al llegar o al partir; mas rápido quizás, para tantas otras cosas cuya ausencia nos sorprende cualquier día mientras nos lavamos los dientes. Todo tiene su tiempo. Aunque a veces haya que hacer el esfuerzo de seguirle el paso a la vida que va tan rápido que si nos atrapa en medio del camino en donde nos hemos detenido a dudar, sin remordimiento alguno nos atropellará y seguirá de largo sin nosotros.

No somos tontos. No en realidad. Somos solo ciegos de lo que nos hemos negado a ver. Solo eso. Pero siempre, en el fondo, sabemos cuando una esperanza es inútil, cuándo una tragedia emocional prevenible, cuándo un dolor innecesario y cuándo todo lo anterior inexorablemente necesario.

–L. V. Velásquez

El tiempo -la vida- nada perdona y es inclemente, cruel, psicótico e inmisericorde. Es por eso que a veces, para poder apurar el paso, debemos aliviar las cargas y dejar atrás todo lo que en medio de una cruz direccional nos haría dudar o cruzar en la dirección equivocada.No somos tontos. No en realidad. Somos solo ciegos de lo que nos hemos negado a ver. Solo eso. Pero siempre, en el fondo, sabemos cuando una esperanza es inútil, cuándo una tragedia emocional prevenible, cuándo un dolor innecesario y cuándo todo lo anterior inexorablemente necesario.Siempre lo sabemos. Hace unas semanas hice conmigo el compromiso de aliviar mis cargas pues sentí que me estaban reteniendo. Y no me sorprende lo difícil que ha sido ése proceso. Algo profundamente doloroso, una amputación de extremidades, órganos y pedazos de mí que han dejado heridas que ahora espero ver sanar en poco tiempo. Y como parte del proceso de sanación, quiero ahora liberarme de algo que escribí pero que nunca entregué. Algo que simboliza para mí una época dolorosa de cambio y tormento, pasión y amor, abandono y reencuentro. Un poema ayer, un adiós definitivo hoy.

Cerré mis ojos para no verte y perderme

Cerré mis ojos para no envenenarlos con tu recuerdo
para no envenar mis manos con el deseo de tus dedos
para no envenenar mi pecho sabiéndote lejos

Y miré al cielo para no encontrar tus ojos
para no encontrar tus manos
tropezar tu pecho

Y en medio de la multitud huí de ti
para salvarme del hechizo de tus labios
para salvarme del deseo de tus besos
de la locura de saberte imposible
de la culpa de saberme perdida

Pero de la nada me encontró tu mirada
y ahora,
cuando ya mis ojos sufren tu veneno
y así mis manos
y así mi pecho
solo espero morir lentamente y sin remedio
mirando nada más que tu recuerdo
buscando nada más que tus besos

Publicado originalmente en MySpace con fecha 25-09-2007


Este post es el segundo de la Serie “Recuento”. Para seguir leyendo sobre la serie, puedes leer el tercer post de la serie «¿De qué tamaño es mi tragedia?«, el post introductorio «Cada novela es un viaje interior«, o el post CERO sobre esta serie «La razón de este viaje interior«, que es en donde hablo del porqué decidí hacer esta serie de publicaciones tan íntimas.


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