Huérfana de puertas

Huerfana de puertas, poesía, depresión, reflexion. Girl caged Pixabay

Serie Recuento #7

Escribí el poema hace una década y media, mientras ensayaba el arte de la poesía, y creo que reflejó perfectamente mi estado mental-emocional por muchos años. En aquel momento, lo acompañé de una reflexión que les comparto en este repaso de todas las cosas que devinieron en mi novela «El amor como un elefante, Reliquum».

Huérfana de puertas 

Perdida en medio de agonías
que parecen no terminar,
busco la forma de escapar de este lugar
en el que me perdí,
sin saber cómo...
busco escapar de este lugar en dónde me quedé atrapada
cuando no sabía lo difícil que sería
concebir en silencio una forma de volar.

Miro hacia arriba,
en medio de la sombra de los árboles,
tratando de imaginar
que existe un lugar diferente
que se hace soñar bajo la eternidad de su nombre,
que se deja soplar por el aliento del mar,
que tiene olor a libertad.

Sentada en una banca
a la orilla de mis alas
     ya cansada
     y aun perdida
sueño con un cielo sin las fronteras
que dibujan los muros
y busco fuerzas
para continuar recorriendo al tacto
el laberinto gris del que no sé cómo salir.

Camino imaginando
cómo puede ser la luna,
mientras en mis pasillos
se siguen marchitando las hojas
porque la lluvia
cada vez nos visita menos.

Y la desesperación me hace su presa
y me obliga a derramar este rocío amargo
que brota de mi alma en cautiverio,
mi alma sola,
que camina impaciente
como un gato a lo largo de su jaula,
mirando entre barrote y barrote
espacios y tiempos
que se desvanecen como la ceniza
     que se borran como cicatrices en la arena
          que desaparecen con cada silencio corto
          de mis párpados absortos
          en el ir y venir del agua hasta la hiel.

De pié, en medio de mi cautiverio,
con los brazos extendidos
y los ojos mirando al cielo
solo puedo pronunciar una palabra:
¡Libertad!

Y de pronto
ya no existe nada más en el mundo,
solo un rocío amargo cayendo despacio
y sin consuelo.

Solo unos labios tiritantes
entendiendo una palabra:
¡Libertad!

Muchas veces en la vida me ha tocado escuchar, de personas que creí cercanas, las más viles acusaciones y reproches sobre mi complejidad y mi naturaleza existencialista. Triste, sí. Pero lo cierto, es que mucha más gente de la que se creería rechaza la posibilidad de que el mundo pueda ser algo más de lo que son capaces de ver con sus propios ojos. Me he cansado de repetir la próxima línea, pero es que, pocas cosas en mi vida han resultado ser tan ciertas como esto: «No vemos el mundo como es sino como somos».
Anaís Ninn lo dijo hace unos cien años cuando se descubrió a sí misma y al mundo más allá de sus narices.

Pero, por mucho que intento salvarme de mis propias complejidades, la mayoría del tiempo sigo sintiendo que vivo en un laberinto del cual es imposible escapar, porque pareciera complicarse con cada paso que me atrevo a dar. Y por eso, quizás deba considerar la posibilidad de que nunca hallaré la salida.

En días como hoy, desearía ser capaz de experimentar la vida del modo más elemental posible; desearía ser capaz de obviar las complicaciones, los escrúpulos, mis principios, todo. Y simplemente vivir mi vida. Pero aún imaginándolo, no soy capaz de no complicarlo todo. Doy risa. Pero vivimos solo como hemos aprendido a vivir. Y sin embargo, creo que la vida es demasiado corta para desperdiciarla sin siquiera hacer el esfuerzo de sacar el mayor provecho posible. Pero no sé cómo no plantear preguntas, creo que sería como cerrar los ojos para andar el camino a tientas. Y tampoco tiene sentido vivir la vida para vivirla mal, para no intentar las cosas que soñamos, para no ser capaces de amar sin miedo, de entregarnos y de sentirnos plenos. Y, de hecho, siempre que pienso en aceptar sin ninguna resistencia alguna cosa o situación que me hace infeliz, lo que me ayuda es pensar que mi vida podría terminar al día siguiente, porque la vida es así de frágil.

Visto así, cada día sería —de hecho— mi último día de vida. Y si mi vida terminara mañana no habrá, pasado mañana, una segunda oportunidad y habré vivido mi vida, finalmente, tan bien o tan mal como haya decidido hacerlo hoy. 

Originalmente publicado en MySpace con fecha 24/11/2007


Este es el séptimo post de la Serie “Recuento”. Para seguir leyendo sobre la serie, puedes leer el octavo post de la serie «No soy varias, soy una«, el post introductorio «Cada novela es un viaje interior«, o el post CERO sobre esta serie «La razón de este viaje interior«, que es en donde hablo del porqué decidí hacer esta serie de publicaciones tan íntimas.


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