Cuando el amor no basta

desamor, separación, matrimonio. Novela romantica LGBT Kindle Amazon, reflexiones

Serie Recuento #4


Hace mucho, escribí unas líneas de reflexion sobre el amor para ayudarme a drenar el dolor de la situación que estaba viviendo, y llegué a creer que aquellas palabras ya habían perdido el peso que tenían para mí. Pero, hoy sé que no es así. Y me sorprende descubrir la gran validez de unas palabras que siguen hablando —de muchas maneras— de la misma terrible y dolorosa situación.


Siempre creí que en una relación de dos, las cosas funcionaban hasta que alguno de los dos empezaba a querer no estar allí; para mí siempre estuvo claro el lugar de la ruptura, siempre me fue fácil decir que la responsabilidad recaía en aquél que deseó ya no estar más, estar muy lejos y fuera del círculo de amor que hasta ese momento ayudaba a completar. Pero luego, algunos años mas tarde, cuando me vi envuelta en una relación de varios años que terminó en un bello matrimonio que poco tiempo después se convirtió en una fuente infinita de dolor, volví a sentir que no sabía nada sobre esto; nada del amor, nada del rencor o del daño o del dolor individual o el compartido. Simplemente, no sabía nada. Todo lo que creí saber o sabía no me sirvió de nada al verme en medio de mi propia historia de amor quebrada; toda la lógica de la que soy capaz no fue suficiente para comprender por qué me estaba pasando eso, todo el entendimiento del mundo y de la naturaleza del hombre y la mujer no sirvió de nada cuando finalmente vi en sus ojos que ya no me amaba, que ya no quería estar conmigo. Tuve miedo. Tuve mucho miedo, porque no soy capaz de entender cómo es posible amar tanto y luego dejar de amar si se supone que uno ama para toda la vida, que uno se compromete a hacer que las cosas funcionen aún cuando parecen no funcionar; se supone que uno compromete un esfuerzo una dedicación una inversión de amor, voluntad y trabajo. Pero por lo poco que pude entender de mi propia experiencia, puedo asegurar que para que el amor dure hacen falta una cantidad de cosas adicionales -además del amor en sí- sin las cuales es imposible hacer que todo funcione.

Las complejidades del amor son infinitas y es quizás por eso que tenemos tantas preguntas y tan pocas respuestas sobre él, pero la cruda verdad pareciera ser que, no importa cuánto creamos saber, nunca sabemos suficiente sobre el amor

La verdad es que el amor incondicional y duradero, así simplemente, no existe. Puede que exista el amor incondicional y de corta duración, porque las condiciones son las guías en los caminos del amor y al restarlas éste se desvía y se pierde. Pero el amor incondicional y duradero no es más que una utopía, un ideal de felicidad conseguida sin esfuerzo. La verdad es que pocas cosas relacionadas al amor son así de simples, así de fáciles, porque el amor es un asunto complejo, lleno a su vez, de muchas otras complejidades. Las complejidades del amor son infinitas y es quizás por eso que tenemos tantas preguntas y tan pocas respuestas sobre él, pero la cruda verdad pareciera ser que, no importa cuánto creamos saber, nunca sabemos suficiente sobre el amor porque aunque cada lección aprendida sea un error futuro menos hay siempre otras maneras de errar; hay tantas formas distintas de errar en el amor como preguntas tenemos sobre él. Pero cada pregunta y cada respuesta pertenecen siempre a situaciones, momentos, circunstancias específicas y a medida que vamos hallando las respuestas que buscábamos éstas van perdiendo su valor y solo en casos muy especiales llegamos a necesitar de ellas nuevamente. En nuestra cultura, al igual que en muchas otras alrededor del mundo, el amor es considerado como la máxima y/o mejor expresión de perfección. La capacidad de amar «incondicionalmente» es atribuida únicamente a aquél que es considerado un ser humano espiritualmente superior, alguien capaz de algo para lo que la mayoría se siente incapaz. Pero, incluso para estas personas, que consideramos sabias y en niveles de espiritualidad superiores, el amor termina por acabarse o no bastar. Y nos quedamos preguntándonos, entonces, qué es lo que realmente hace falta para que el amor, simplemente así, nos baste, nos dure, nos sea suficiente. Y la verdad nadie lo sabe.

Para todos por igual, cada nuevo amor resulta un experimento, una prueba de supervivencia, de voluntad y de fuerza. Pero lo que no terminamos de entender, es que el amor no funciona solo, no es algo que podemos dejar en automático y esperar que viva eternamente. El amor exige -demanda- voluntad y ganas de hacerlo durar; el amor exige fuerza, dedicación, trabajo en equipo y hasta habilidades de negociación. El amor no es para nada ese sentimiento simple que nos enseñan cuando niños, y quien sabe si será por eso que nos desilusionamos cuando lo encontramos, porque esperábamos algo distinto, algo como lo que nos enseñaron en el colegio: un amor simple que funciona sin esfuerzo. Pero ése, es el amor que no existe. Nos pasamos la vida esperando hallar el amor, pero lo mantenemos disociado de todas sus demás partes condenándolo así al fracaso desde mucho antes de encontrarlo por primera vez. Y luego un día nos miramos en el espejo, nos vemos llorar por el enésimo amor perdido y seguimos sin entender que nuestros fracasos románticos tienen poco que ver con el amor, que somos nosotros el origen de la falla y que el amor sin condiciones deja de ser amor para convertirse en poco más que la comodidad de los que se empeñan en creer que amar es tan fácil como soplar botellas.

Originalmente publicado en MySpace con fecha 02/09/2007


Este es el cuarto post de la Serie “Recuento”. Para seguir leyendo sobre la serie, puedes leer el quinto post de la serie «Miedo a vivir«, el post introductorio «Cada novela es un viaje interior«, o el post CERO sobre esta serie «La razón de este viaje interior«, que es en donde hablo del porqué decidí hacer esta serie de publicaciones tan íntimas.


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