Miedo a Vivir

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Serie Recuento #5

A story of fear.

El miedo a vivir es una cosa muy seria. Muchos no están ni siquiera concientes de ese miedo y es por eso que no logran explicarse el por qué no se atreven a tomar las decisiones importantes en su vida, por qué nunca han tenido el valor de vivir su vida del modo que mejor les parece. Y lo cierto es, que para la moyoría de nosotros –los cobardes– las cosas mas simples se nos presentan como asuntos llenos de complejidades que rara vez somos capaces de resolver. Y ¿de dónde vienen estas incapacidades? es la pregunta que cabe aquí. Y la verdad, es que el origen de tales miedos, en la mayoría de los casos, se remonta a asuntos de nuestro pasado, tan lejanos, que ya no podemos recordar; cosas que pudieran involucrar nuestras situaciones familiares y la forma en la que fuimos criados. En mi caso particular, esto es especialmente cierto. Muchos de nosotros, fuimos criados de manera que dependiéramos de la falsa seguridad que dan los consejos y la aprobación de, bien nuestros mayores o en su defecto de aquellas personas más cercanas y más involucradas en nuestras vidas, quizás nuestros padres, hermanos, abuelos, tíos y hasta amigos cercanos.

Pero desde de una perspectiva, fría y racional, la única verdad, es que nadie puede asegurarnos que las decisiones que tomemos en nuestro día a día; aquéllas decisiones que mas sentimos que importan; las decisiones que sabemos que afectarán todo en nosotros, son las correctas. Y lo peor del caso, es que rara vez, incluso nosotros mismos, podemos proveernos de tal seguridad. Porque todo en esta vida que vivimos es inseguro, incierto, impredecible e incalculable, incluyendo a la vida misma.

Y todas las veces, más tarde o más temprano, la vida cambia de dirección sin preguntarnos nada, sin tomar en cuenta lo que creemos, lo que teníamos planeado o lo que creíamos que debía ser.

Así que, invariablemente, terminamos siempre por lamentar el no haber hecho lo que quisimos y creímos correcto para nosotros mismos. Llega entonces, el momento de preguntarnos por qué y la respuesta termina por ser siempre la misma: miedo. Miedo a ser desaprobados, considerados incapaces y hasta fracasados. Pero ¿qué es lo peor que nos puede pasar si tomamos, empezamos, a tomar decisiones sin consultar ni considerar a nadie, sin considerar ninguna otra variable que no sea nuestro propio deseo, nuestra propia necesidad de hacer lo que queremos hacer? ¿que cometamos un error? ¿que nos equivoquemos?. De igual manera y sin importar las cosas que consideremos o no, todo puede resultar mal o como no esperamos o como no quisimos. Sin embargo, la dura verdad, es que no es al error en sí a lo que más tememos, sino al doloroso «te lo dije» que generalmente lo acompaña. ¿Cuál es la diferencia entonces?. Ninguna. Simplemente hemos sido programados para vivir bajo control. Bajo el control de todos los que se sienten amenazados por nuestra manera de vivir: nuestros padres, hermanos, abuelos, tíos y todas las personas pretenden permanecer involucradas en nuestras vidas, quienes sienten tanto -o mas miedo- de escuchar a alguien más pronunciar el siempre doloroso «te lo dije». Por eso se empeñan en decirnos qué hacer y cómo, únicamente para sentir la falsa seguridad que les da el creer que mantienen el control sobre sus propias vidas, pues desde su pequeña y nublada perspectiva, nunca llegamos a ser más que una extensión de su éxito o su fracaso como padres, hermanos, abuelos, tíos y amigos cercanos.

Originalmente publicado en MySpace con fecha 16/11/2007


Este es el quinto post de la Serie “Recuento”. Para seguir leyendo sobre la serie, puedes leer el sexto post de la serie «Cuando no queremos ver lo obvio«, el post introductorio «Cada novela es un viaje interior«, o el post CERO sobre esta serie «La razón de este viaje interior«, que es en donde hablo del porqué decidí hacer esta serie de publicaciones tan íntimas.


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