¿Creer en la oposición o salvar a Venezuela?

“Cuando las arañas unen sus telas pueden matar a un león”

–Proverbio Etíope

I

A pesar de la falta de información que actualmente sufre el país, no creo que para nadie siga siendo un secreto la difícil y delicada situación, política, social y humanitaria que estamos atravesando. Muchos años de “negociaciones”, complacencias y “errores”, justificados con frases como “doblarse pa’ no partirse” y “tenemos que evitar un baño de sangre” nos trajeron hasta este complejo punto de inflexión. Te preguntas cómo. Pues, para quien todavía se niegue a aceptarlo, el factor determinante en la definición del rumbo que tomaría el país han sido las mentiras que, tristemente, no han venido sólo de parte del régimen sino también de algunos –mal llamados– líderes opositores como Herique Capriles, Ramos Allup (que es el equivalente a Palpatine), Julio Borges y Henry Falcón, quien por suerte para todos, no supo mantener su máscara por el tiempo requerido. Y antes de que se arrechen porque llamo a los cabecillas de la MUD traidores, pongan la cabeza fría para entender lo que realmente está pasando, porque de que entiendan esto depende el futuro del país, el de ustedes y el de sus hijos y nietos.

Las cosas comenzaron desde muy atrás, cuando Maria Corina era mienbro de Súmate y se desgañotaba tratando de explicarle al país y al mundo que no podíamos aceptar ir a elecciones si el gobierno no garantizaba las condiciones mínimas. ¿Se acuerdan? Bueno, es desde esa época que la MUD (antes llamada Coordinadora Democrátrica) viene haciendole el juego al régimen. ¿Cómo? La respuesta es facilita: cediendo. Entregándose. Doblándose pa’ no partirse.

Háganse un par de preguntas sencillitas antes de seguir leyendo: cuando se han negociado acuerdos ¿el régimen ha cedido alguna vez ante alguna de las exigencias de la oposición? Y cuando ha dicho ceder en algo, ¿lo ha cumplido?

Con estas preguntas en mente, debemos entonces analizar qué es lo que realmente está pasando porque es, verdaderamente, inexplicable que siendo la oposición una organización que reúne a casi todos los partidos políticos del país y que concentra a mucho más de la mitad de la población votante –sin dar números porque en este punto es imposible creer ninguna encuesta– no haya podido lograr NINGÚN avance en más de quince años (y léase bien: son 15 años) de oposición unitaria organizada. Acaso, ¿eso tiene lógica? Y a quienes me vengan con el cuentico de que “hemos ganado espacios”, les pregunto: ¿qué espacios hemos ganado? ¿Gobernaciones, alcaldías? Y ¿de qué nos han servido teniendo todavía un régimen que controla todos los poderes y que abusa e ignora a gobernadores y alcaldes opositores por igual? ¿Ya nadie se acuerda de que Ledezma es alcalde? Y, ¿dónde está Ledezma? Preso. ¿Dónde está Ceballos? Preso, también. Ah, pero es que también ganamos espacios cuando nos apoderamos de la Asamblea Nacional, dirán. ¿Sí? Y ¿qué ha logrado la AN?

Las elecciones por la AN fue la última gran estafa al pueblo venezolano. Los curules se ganaron con la promesa-bandera de liberar a los presos políticos que, oh sorpresa, no sólo siguen presos sino que cada día se les suman muchos más presos políticos: nuestros muchachos.

Ganamos. Obtuvimos Mayoría Calificada y unas facultades legales que nos permitían iniciar el cambio y defendernos del régimen destituyendo al TSJ en pleno que había sido nombrado a dedo y sin cumplir con leyes, normas constitucionales o el mas mínimo sentido común. También habríamos podido pelear la destitución del Presidente pobrando su ilegitimidad para el cargo por el incumplimiento de los requerimientos mínimos para ocuparlo. Pero eso tampoco se hizo. Y en vez de tomar los caminos cortos y constitucionales (que los hay todavía), en vez de ir por el camino que le ahorraba al país muertos y padecimientos crueles y de fácil resolución, se optó primero por convocar un RR que implicaba la autorización de las instituciones secuestradas, el reconocimiento de la legitimidad del indocumentado (porque solo se revocan cargos legítimos) y un procedimiento largo y peligroso que expuso a miles de venezolanos a una nueva lista Tascón. ¿Eso les parece lógico o decente? Luego vino la renuncia, luego la declaración de abandono de cargo y luego muchas tretas más. Y todo ¿para qué? Finalmente, el régimen nos bailó logrando que se vencieran los plazos para convocar y hubo, como tantas otras veces, que dejar la idea atrás. Pero no voy a entrar en detalles porque, si sigo enumerando los engaños en los que hemos caído, no terminamos con esto nunca, así que les dejo la tarea de analizar lo que ha pasado con todas las opciones de salida que ha planteado la Mesa de la Unidad. Y con cada una, los invito a preguntarse si las condiciones estaban dadas porque, si dependían de la aprobación del régimen, rapidito van a entender cómo es que terminamos en la marcha del 19 de abril.

II

Con la AN pasa algo muy interesante, pues la mayoría de los curules son ocupados por gente joven y comprometida, con poca experiencia política a nivel institucional, puede ser, pero con muchas ganas e ideas. Lo malo es que todo se pensó para que ellos nunca tuvieran voz en el asunto, su trabajo consistiría en levantar la mano para aprobar cualquier maraña o disparate que el cogollito que mantiene secuestrada la asamblea, fuera diseñando y pactando. Nada más. Era sólo pa’ eso que los querían. Y fue así, después de que tanto se satanizó a Diego Arria por ser un “dinosaurio de la cuarta” que terminamos con el dinosaurio cropófago de Ramos Allup en la presidencia de la AN. Siendo él, a mi parecer, el peor de todos los hombres. Un hombre en el seno de una familia investigada por muchos delitos -todos muy graves- en los Estados Unidos (aquí ni de vaina), entre ellos, la estafa Derwick a nuestro país, por unos contratos de construcción termoeléctricas que nunca se construyeron y que se pagaron, en algunos casos, con sobreprecios de hasta el 500%. Este señor tiene tanto rabo de paja y una historia llena de tantas traiciones, que me sorprende –y mucho– que siga haciendo vida política y que todavía haya quien le crea. Un indicador más de cómo está conectado realmente y del país que tenemos.

Este año, el segundo de vida de la AN, tenemos como presidente a Julio Borges, fundador junto a Henrique Capriles y Tomás Guanipa del partido Primero Justicia. Pero resulta que la familia de Borges, en el oriente del país, está bastante encochinada con los contratos que le da el régimen, cosa que me hace pensar que, tal vez, él tampoco quiera que esto se acabe.

Y queda entonces en la AN, una sola esperanza. Una voz, digamos que creíble, pero de la que no sé nada: Freddy Guevara, quien hoy funje como vicepresidente de la asamblea pero que parece estar sometido a muchas presiones de ambos bandos porque, a veces parece estar bien claro y otras veces parece estarse yendo de lado, cosa que empieza a generar suspicacias y desconfianza. Y pese a que ahora parece estar dando la cara, habrá que esperar y ver –como dice mi mamá– para saber.

Y así llegamos a Capriles, un hombre que siempre fue de oposición y que, en su momento, fue bien conocido por su rectitud y principios pero que ahora, inexplicablemente, parece estar jugando para el equipo del régimen. Y ya sé que el flaco conserva el cariño de muchos pero, la realidad, es que le ha fallado ya tantas veces al país, que se ha convertido en un prolífero orador de promesas que el viento siempre se lleva. Aunque, en lo personal, lo que yo menos le perdono, es que entregara las presidenciales; que no quisiera pelearlas, que no defendiera mi voto como había prometido y que fuera o tan traidor o tan ingenuo, para creer que cumpliendo con lo que establecía la ley íbamos a lograr que le atendieran el reclamo. La gente, el país, quería dar la pelea. Sabíamos que habíamos ganado, ellos (el régimen) sabían que habíamos ganado, el mundo sabía que habíamos ganado y, aun así, entregó al país. Por la razón que haya sido, pero lo entregó que es lo que importa. Pero es que esto es lo que pasa cuando se va a elecciones contra tracaleros: a uno lo roban, lo estafan. Y cuando la trampa no les alcanza, recurren a sus piezas troyanas para que entreguen todo lo que ellos no se hayan podido coger. Y al que me venga con el cuento mudero de que esta vez “la diferencia es tan grande que no podrían hacer la trampa”, les recuerdo esto: las elecciones las organizan ellos, contra quien ellos deciden y con las condiciones a su favor. Nosotros votamos, sí. Pero es su GNB la que cuida las urnas, es la mujer irreversible la que cuenta, son sus malandros abogados los que emiten juicios y al defensor se le tapan las orejas. Entonces, ¿elecciones? ¿En serio?

Durante los primeros días de enero del 2014, cansados de sufrir los embates de la delincuencia dentro de las universidades y tras el asesinato del estudiante de la ULA Héctor Moreno el 5 de enero y el de la actriz Mónica Spear el día siguiente, los estudiantes supieron que tenían que hacer algo y comenzaron a organizar protestas exigiendo mayor seguridad. Pero los muchachos sabían que eso no bastaría, que había que hacer algo más, y se echaron a la calle a dar la cara por todo el país, dejaron el pellejo y la vida en las aceras porque sabían que, esta vez, había mucho más que perder. Ya en ese momento fueron capaces de intuir que mientras más tiempo pasara, más difícil sería generar el cambio que tanto anhelaban para recuperar el país. Y ¿qué pasó? El liderazgo opositor los traicionó criminalizando sus protestas, llamándolos violentos por defenderse o trancar una calle, y acusándolos de infiltrados chavistas por no estar de acuerdo con la política de convivencia de La Unidad. Y habría que preguntarse algo bien importante: ¿de verdad puede un cogollo de politiqueros acobardados, cuyo principio de unidad es no aceptar críticas ni ideas que se aparten de su agenda particular, hacer democracia? Yo no lo creo. Yo no creo que una persona que, ante la más vana crítica, responda con descalificaciones o acusaciones de saboteo, pueda ser ejemplo de credibilidad democrática porque, no solo no actúa democráticamente sino que se «parece igualito» a lo que siempre hace el régimen. Entonces, ¿cuál sería la diferencia entre los dos? Además, las verdades se demuestran en los hechos, no en las palabras. Y los hechos prueban que la MUD no ha sido capaz de cumplir lo que ha prometido y, ya sea por ineptitud o por razones traidoras, el caso es que, siendo así, no nos sirven. Y tenemos que hacer las paces con esa realidad.

El 23 de enero de 2014, Leopoldo López, Maria Corina Machado y Antonio Ledezma, convocaron el país a salir a las calles el 12 de febrero para exigir el cambio. Era el momento, el país se estaba autoconvocando y estaba en las calles protestando sin parar, lleno de rabia y frustraciones y continuamente inundando las calles para exigir con arrechera que sus voces fueran escuchadas. Pero, día tras día, la respuesta era la misma: gas, perdigones y brutalidad. El 12 de febrero, día de la marcha, el régimen, ya desesperado por infundir miedo para despejar las calles, asesina a sangre fría a Bassil Da Costa, Robert Redman y Juan Montoya (las razones de este último asesinato no las tengo muy claras) y el saldo total de las protestas de 2014 fue de 44 asesinatos y varios líderes políticos presos. Pero, sin que eso pareciera importarle a nadie y alegando que era lo mejor para el país, la MUD le estrechó una vez más la mano a los asesinos y se sentó a “dialogar”. Las protestas se detuvieron a la espera de resultados y, como siempre, nada pasó y el momento y la oportunidad se perdió.

Nadie le va a devolver a las familias sus muertos y ¿tú me vas a decir que la oposición no tuvo, ni por dignidad ni por sentido común, las bolas de aceptar que no había condiciones para un diálogo? ¿Fue un error, una mala decisión? Yo no creo. Porque de ser así, entonces ¿pa’ que tienen en la mesa al “zorro viejo” de Ramos Allup si no es capaz de oler una trampa a media cuadra? No. No fue error de ingenuidad, fue algo bien calculado para poder estirar las cobijas y cuadrar sus mesadas. Pero es que es a nosotros, como pueblo, a quien corresponde establecer los objetivos del país, no a ellos. Solo que, hasta ahora, habíamos permitido que los decidieran ellos porque les teníamos confianza. Pero la confianza tiene que acabarse en donde empiezan a verse las rajas. ¿No creen?

Einstein definía la locura como la “repetición de una misma acción, de una misma manera, esperando obtener resultados distintos”. Y resulta que eso es, precisamente, lo que hemos venido haciendo. ¿Estamos locos?

La fórmula mudera, que ya está bien calculada, dice que: si hay protestas, estas deben ser manipuladas procurando drenar las frustraciones sin que se logre ningún objetivo para que la gente se canse y acepte una tregua (llámese diálogo, elecciones o lo que quieran) Y esto, que les ha funcionado todas las veces, es lo que espero que no les funcione esta vez, yo espero que esta vez puedan más las ganas de salir de este peo.

Y todo no está perdido porque, por suerte, no todos están ciegos o son troyanos vendidos al régimen. No es por nada que Leopoldo está olvidado en una celda, Maria Corina está silenciada por oposición y medios nacionales y Ledezma con casa por cárcel. Esto quiere decir que hay esperanzas, porque si el régimen MUD/Maduro fuera inamovible, no tendrían porqué tomarse las molestias. Pero, mi gente, tenemos que dejar los orgullos de lado y juntarnos en una sola voz de libertad porque sino nos van a aniquilar.

Creo que lo primero que debemos hacer es corregir el vocabulario, sincerarnos y hacer uso correcto de las palabras: los muchachos no fallecen, son asesinados; ellos no se tropiezan con las balas en la calle ni se enferman de disparos, no: alguien detona las balas con la clara intención de matar. Lo segundo es tener claro que esto no es un gobierno, es un régimen dictatorial y hay que referirse a él en esos términos. Lo tercero es admitir que no se está rescatando la democracia porque ya no hay ninguna democracia que rescatar, el régimen la exterminó hace mucho tiempo. Lo cuarto, y esto debe ser pilar fundamental, es no aceptar negociaciones de ningún tipo pues, lo que se exige es la salida inmediata del régimen a toda costa. Y el quinto punto es decirle a la gente que haga planes de contingencia para defenderse porque el régimen le declaró la guerra al país y alguien lo tiene que decir en voz alta.

Quien detona la primera bala está declarando la guerra no invitando a dialogar. Y las guerras son hasta rendirse o morir y este país no está dispuesto a rendirse.

Teniendo estos puntos bien claros, creo que quienes no estén de acuerdo con seguir conviviendo con el régimen deben distanciarse inmediatamente de la MUD, ya que esto es fundamental para justificar la confianza de todo un país que ya sabe que, haciendo caso a los muderos, solo les van a volver a robar el país. Seguidamente, se deben establecer las alianzas porque, sin importar las diferencias, el objetivo es sacar a la dictadura del poder. Y como el pueblo unido es invencible únicamente si tiene un guía, estamos en la obligación de hacer estos acuerdos. MCM, Julio “Coco” Jimenez Gédler, Voluntad Popular, Movimiento de Resistencia Venezuela Libre, Consejo Republicano y otros, pueden juntarse en una sola voz con un objetivo único que es Venezuela. Y juntos podrán convocar con mucha más fuerza, establecer estrategias y logísticas apropiadas para que las marchas y protestas dejen de ser vueltas en círculos, se pueden incluso nombrar líderes de grupos que presten guía e instrucciones durante estas protestas para que el pueblo pueda protegerse de los ataques de colectivos y fuerzas del Estado sin que se pierdan los objetivos.

En el terreno internacional, el nuevo liderazgo va a necesitar una voz respetada y con influencia internacional en instituciones y medios, alguien con experiencia en asuntos diplomáticos y resolución de conflictos capaz de obtener la atención de todos porque, no nos equivoquemos, la MUD va a hacer todo lo que este a su alcance para desprestigiarnos y silenciarnos. Y creo que solo Diego Arria puede ayudarnos en esta tarea.

Debemos dar a conocer los objetivos claros de la lucha y presentarle a los venezolanos un proyecto de país y transición. Y esto es clave, porque esto nos va a ayudar a unir el país en una sola lucha que le hará saber a la comunidad internacional cual es la verdadera agenda del pueblo venezolano: la salida de la dictadura. El país nos exige hacer este compromiso y hay que hacerlo ahora o nunca.

Cada vez que fallamos, permitimos que la dictadura se afiance en el poder, que nos persiga, que obtenga el control de nuevas áreas productivas del país, que robe, mate, torture y hunda más en la miseria a un pueblo que solo quiere vivir en libertad, trabajar y saber que hay un futuro posible. Después de tanta tragedia, le debemos el cambio a los injustamente apresados, a los torturados, a las madres que no duermen, a los muertos que nadie nos va a devolver, al que lo ha perdido todo, al que no tiene qué comer, al niño de la calle, a todos. Los venezolanos nos debemos un mejor país, sí, pero tenemos que salir a salvarlo porque está secuestrado. Y como pueblo, nos debemos además, la promesa de no dejarnos engañar otra vez. Tenemos que aprender a exigir respeto y a pedir cuentas. Ya esta bueno de seguir manteniendo traidores, ladrones y politiqueros. El momento es ahora.

L. V. Velásquez