No hay una forma suave de decirlo: las personas que ceden al racismo y la homofobia pueden ser simplemente menos inteligentes, o al menos eso dice un nuevo estudio que seguramente generará mucha controversia.
Una investigación ha encontrado que los niños con bajos niveles de inteligencia son más propensos a tener actitudes prejuiciosas en la edad adulta. Y los hallazgos, según el investigador principal Gordon Hodson (psicólogo de la Universidad de Brock en Ontario) apuntan a un círculo vicioso.
Según este estudio, los adultos con bajos niveles de inteligencia tienden a gravitar hacia ideologías socialmente conservadoras. Y estas ideologías, a su vez, enfatizan la jerarquía y la resistencia al cambio, actitudes que pueden contribuir al prejuicio.
«Los prejuicios son extremadamente complejos y multifacéticos, por lo que es fundamental descubrir y comprender cualquier factor que contribuya a este sesgo», asegura Hodson.
Otro estudio, hecho por investigadores de la Universidad de Queensland, Australia, analizó el vínculo entre la inteligencia y las actitudes hacia las parejas del mismo sexo, y ha dado resultados muy similares a los de estudios previos que demostraron una correlación entre el coeficiente intelectual bajo y el apoyo hacia opiniones prejuiciosas, como la homofobia y el racismo.
Pero según algunos investigadores, la única contribución importante en este caso se haría al progresar en el aspecto más desafiante del problema, que no es probar que exista una relación entre los bajos coeficientes intelectuales y los prejuicios, sino en descubrir el por qué existe esta relación.
Estudios anteriores han encontrado un vínculo entre los bajos niveles de educación y los niveles más altos de prejuicio, por lo que estudiar la inteligencia parece el paso más lógico.
Para esto, los investigadores analizaron dos estudios anteriores hechos en el Reino Unido, uno que ha seguido a los bebés desde su nacimiento en marzo de 1958; y otro que hizo lo mismo con bebés nacidos en abril de 1970. En estos estudios se evaluó la inteligencia de los niños a los 10 años, y luego como adultos entre los 30 o 33 años, para medir sus niveles de conservadurismo social y racismo.
Y como se sospechaba, la baja inteligencia en la infancia se correspondía con el racismo en la edad adulta. Pero el factor que explicaba la relación entre estas dos variables resultó tener un componente político: cuando los investigadores incluyeron el conservadurismo social en el análisis, las ideologías explicaron gran parte del vínculo.
«Este hallazgo es consistente con investigaciones recientes que demuestran que el contacto intergrupal es mentalmente desafiante y cognitivamente agotador, y también es consistente con los hallazgos que sugieren que el contacto reduce los prejuicios», dijo Hodson, quien junto con sus colegas publicó estos resultados el 5 de enero en la revista Psychological Science.
Sin embargo, esta fue la primera vez que se analizó el vínculo entre la inteligencia y la homofobia en poblaciones fuera de los EE. UU., según informó el PsyPost.
“A pesar de la importancia y la contemporaneidad del tema, pocos estudios han abordado específicamente los vínculos entre la capacidad cognitiva y las actitudes hacia los temas LGBT”, dijo el autor del estudio.
El puntaje promedio en una prueba de coeficiente intelectual es 100. Estas etiquetas a menudo se asignan a los puntajes de coeficiente intelectual:
01 a 24: Discapacidad mental profunda
25 a 39: Discapacidad mental severa
40 a 54: discapacidad mental moderada
55 a 69: discapacidad mental leve
70 a 84: discapacidad mental limítrofe
85 a 114: inteligencia media
115 a 129: Por encima del promedio o brillante
130 a 144: Moderadamente dotado
145 a 159: superdotado
160 a 179: excepcionalmente dotado
180 y más: Profundamente dotado
Otro investigador se apresuró a señalar que, a pesar del vínculo encontrado entre la baja inteligencia y el conservadurismo social, nadie está dando a entender que todos los liberales sean brillantes y todos los conservadores estúpidos. La investigación es simplemente un estudio de promedios sobre grandes grupos y hay múltiples ejemplos de conservadores muy brillantes, liberales no tan brillantes, y muchos ejemplos de conservadores con muchos principios y liberales muy intolerantes.
Algunos de los investigadores que participaron del estudio, advirtieron sobre los peligros de tomar los hallazgos demasiado literalmente.
«Podemos decir definitivamente que en promedio los hombres son más altos que las mujeres. Pero si se elige un hombre y una mujer al azar, no se puede asegurar que el hombre va a ser el más alto».
No obstante, siguen habiendo razones para creer que definitivamente existe un claro vínculo entre la falta de educación e inteligencia y los ideales conservadores y prejuiciosos porque existe una tendencia estadística que es de fácil comprobación. Sin embargo, hay quienes creen que el origen de nuestros prejuicios es emocional y no mental, por lo que invitan a la comunidad científica a desarrollar nuevas investigaciones que profundicen en el componente emocional del prejuicio para poder determinar, de una vez por todas, por qué existe esta extraña relación entre inteligencia y prejuicio.
A mi modo de ver, los niveles de educación, cultura e inteligencia cambian, no solo nuestra manera de procesar información, sino también la manera en la que manejamos nuestras emociones. Por eso no me sorprende esta relación, y muy al contrario, la considero una conclusión lógica, pues tengan los prejuicios el origen que tengan la capacidad de cambiar, adaptarse, empatizar y comprender una situación, definitivamente está determinada por nuestras capacidades intelectuales.
Así que, en conclusión, si tu vecino es homofóbico y/o racista, lo más probable es que tenga un bajo coeficiente intelectual y falta de educación. Por eso la idea de que tenemos que «educar» a la población que se aferra a este tipo de prejuicios, siempre ha sido el mejor enfoque para ayudarnos a resolver este problema.
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