Ensayo sobre despedidas

Serie Recuento #9

El adiós, suele ser definitivo.

Cuando se enfrenta una despedida, que se supone que debe ser definitiva, estamos normalmente aceptando la imposibilidad, por los motivos que sean: emocionales, de dignidad o de geografía, de mantener cierto tipo de contacto. Y digo cierto tipo de contacto porque, en esta época, es posible decir adiós, mudarse al otro lado del mundo y continuar con la relación aunque la nueva situación nos obligue a replantearla. Entonces, podríamos estarle diciendo adiós únicamente al contacto físico, pero no al emocional lo cual aplicaría también a la inversa.

El hecho mismo de que decidamos decir adiós, sin embargo, tiene siempre una relación directa con el dolor. El dolor de no poder continuar, el dolor de saberse en desamor, el dolor de fallar, el dolor de perder una lucha, una ilusión o una oportunidad. Siempre el dolor determina el momento del adiós, cuando finalmente aceptamos una realidad en la cual no tiene sentido seguir inmersos.

Hay entonces, la necesidad de forzar un final para poder recomenzar, para dar paso a todo lo nuevo.

Pura teoría.

Lo cierto, es que siempre sabemos lo que debemos hacer pero rara vez logramos comandar lo que sentimos para que haya coherencia entre una cosa y otra, cayendo frecuentemente en un círculo de adioses que nunca cierra, que no termina y que no nos deja empezar nada más. Pero, y ¿qué hacer?

Sentimos como sentimos y no lo podemos cambiar a voluntad. Pero, si pudiéramos cambiar a voluntad las cosas que sentimos, el amor perdería toda su magia, todo su misterio. Y yo no tendría que estar preguntándome por qué, después de haberme despedido de éste amor ya tantas veces, sigo sintiéndolo igual.

Sí.

Hace poco descrubrí que es posible enamorarse y no saberlo.

Hace poco descubrí que es posible despedirse y decir adiós con una voz alta y calmada que esconde debajo un armónico que grita «no te vayas».

Hace poco descubrí que llevo mucho a la espera de aquel beso,
de aquellas caricias,
de aquel sueño.

Hace poco descubrí que todavía te espero.

Originalmente publicado en MySpace con fecha 26 de enero, 2008


Este es el noveno post de la Serie “Recuento”. Para seguir leyendo sobre la serie, puedes continuar al décimo post «Libertad: palabra y miedos«, puedes leer el post introductorio «Cada novela es un viaje interior«, o el post CERO sobre esta serie «La razón de este viaje interior«, que es en donde hablo del porqué decidí hacer esta serie de publicaciones tan íntimas.


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