Nos vemos en la próxima vida

@simplemente_velasquez

Blanco se nos fue el domingo @Lele 🏳️‍🌈 Estuvimos juntos 20 años. Me acompañó en las buenas y las malas. Lo amé y lo cuidé lo mejor que pude, pero no hay mucho que se pueda hacer contra la enfermedad y el tiempo. Lo voy a extrañar siempre.

♬ original sound – Lou Velasquez

Mi gato, Blanco, se nos fue el domingo (7/5/23) a medio día.

Sobrevivió a dos cirugías con todas las posibilidades en contra.

Tenía veinte años cumplidos en abril, y veinte años son casi demasiados años para un gato.

Antes de su última cirugía, cuando lo dejamos con su doctora, tuvimos que despedirnos de él porque el riesgo a que no sobreviviera era muy alto. Pero sobrevivió sin ninguna complicación relacionada con su cirugía. Y eso ha sido lo más difícil de procesar.

Estas son las notas que escribí para despedir a Pichu, Nana, Pithou y Pichito

Desde la última vez que escribí algo para despedir a alguno de mis Niños (como siempre los llamé) he perdido a tres más, y si nunca has amado a una mascota, no vas a entender el dolor y el vacío que te dejan cuando se van.

Salí de Venezuela en 2018 con la esperanza de encontrar estabilidad y tranquilidad en otro lugar, pude irme antes, pero no lo hice porque no quise irme hasta estar segura de que podía traer a todos mis niños conmigo. Y en diciembre de 2018 llegamos siete almas, cinco felinas y dos humanas. Ahora sólo somos tres. Una felina y dos humanas.

Pichito, Halley, Niña y Blanco ya no están conmigo, y por primera vez siento que me estoy quedando desamparada porque siempre sentí que ellos eran mi hogar. Sin importar a donde fuera, ni cuales fueran mis circunstancias, siempre pensé que si ellos estaban conmigo todos los lugares se sentirían como un hogar. Juntos éramos una familia y a donde quiera que llegáramos éramos capaces de reconstruir nuestro hogar. Sin ellos, no sé ni qué soñar.

He tenido que despedir a muchos felinos en mi vida, pero estando fuera del país en donde tuve una vida que pensé que estaba hecha, la pérdida se siente distinto, más fuerte. Con cada cosa que hemos ido dejando atrás siento que he dejado también un pedacito de mí y uno que otro sueño que no he podido cumplir. Como el patio o el jardín para mis mininos. Siempre creí que iba a poder comprar una casa con un patio o un jardín grande para ellos, y a menudo los soñaba tomando sol sobre la grama y cazando insectos. Pero en vez de eso me encuentro de pronto sintiendo que ya no tengo casi nada. No los tengo a ellos y ahora tampoco el sueño de la casa, o el patio o el jardín. Nada. Porque siento que ninguna casa será jamás un hogar sin ellos.

Siempre me esmeré en consentirlos, y a lo largo de los años fuimos acumulando camitas, platicos, juguetes, scratchers, kennels, collares… Y ahora me quedo con un hogar casi vacío, pero repleto de camitas en las que nadie duerme, platicos guardados, juguetes que sólo inspiran recuerdos, muchos más kennels de los necesarios, un scratcher que ahora es sólo de Nano, y collares que huelen a ellos guardados junto a sus cenizas.


No sé cuantas veces puede romperse un corazón antes de quedar finalmente irreparable, pero hoy siento que yo ya no podría soportar otra pérdida sin que mi corazón quede condenado a permanecer deshecho en todas las partes que cada uno de mis niños se llevó.


Hoy no puedo hacer nada, únicamente despedirme, y no sólo de ellos, sino de la vida que tuvimos juntos y que compartimos por veinte años. Hoy no tengo más remedio que despedirme de dos décadas de alegrías, maullidos a las tres de la mañana y pelos en las sábanas.

No hay un solo día en el que no los recuerde, que no me parezca escuchar sus maullidos a lo lejos, o que no tenga la impresión de haberlos visto cruzar la habitación con la cola alzada y la mirada atenta a alguna golosina.

Halley tenía una manera particular de maullar, una que a veces repito en mi cabeza. Dos maullidos cortitos y uno largo, todos muy seguiditos. Miáu miáu miáááuuu. Ese era el sonido que hacía cuando quería algo, que era muy seguido. También solía caminar con pasitos cortos pero acelerados y la cola bien levantada, con un estilo de ballerina que siempre nos hizo reír. Tenía el pelaje muy largo y gris rayado, los ojos tristes y delineados con negro, un bigote negro entre todos los blancos y la nariz rosado oscuro. Siempre fue juguetón, pero nunca muy cazador.

@simplemente_velasquez

Nuestra Niña se nos fue el domingo. Estuvo conmigo 20 años. La casa va quedando vacía y nos va pareciendo cada vez más grande con cada partida. Éramos 7… Hoy somos 3. Tengo el corazón roto. La gordita se nos fue…

♬ the winner takes it all – november ultra

Niña fue mi única hembra, aparte de mi primera gata Reina Victoria. Siempre fue la más pequeña de todos, pero también la de peor carácter. Todos le tenían miedo en casa, y cuando la molestaban, ponía su típica expresión de malhumor como una advertencia antes de regañar al imprudente con un potente zarpazo a la cabeza que siempre lograba poner a todo el mundo en su sitio. Era ella quien mandaba en casa. Era la cabeza de la manada y la que establecía el orden de jerarquías. Tenía el hocico muy fino y cortico, caminaba con las patitas de adelante marcando diez para las dos (1:50pm), y era una cazadora implacable. Todavía me parece verla sentada en el sofá, esperando a que vaya a sentarme para hacer masitas en mi barriga. La gordita nos dejó en diciembre (18/12/23), y apenas cinco meses después nos encontramos despidiendo a Blanco.

Es demasiado. Se siente demasiado.

Mi Gordito, mi niño Blanco, tuvo que soportar dos cirugías para extirpar dos de los tres sarcomas post-vacunales. La última cirugía, a pesar del inmenso riesgo que suponía para él, decidimos hacerla sólo para tratar de mejorar su calidad de vida, porque el tumor sobre su lomo había crecido hasta el punto que se le dificultaba hasta caminar. Contra todo pronóstico salió de la cirugía con bien, pero por su avanzada edad y el deterioro de su cuerpecito por el desgaste que le produjeron los tumores y los tratamientos, menos de un mes después otras cosas empezaron a salir mal.

Lo único que me consuela es que tuve la oportunidad de verlo sentirse bien otra vez, y aunque fuera sólo por pocos días creo que valió la pena.

Se recuperó de la cirugía sin complicaciones, y en pocos días volvió a saltar como si nada, como si nunca. Volvió a interesarse en jugar, pudo volver a acicalarse y a sacudirse sin perder el equilibrio. Su anemia (inducida por el tumor) sanó casi de inmediato. Y quizás fueron todas esas mejorías las que nos hicieron creer que tendríamos más tiempo.

Blanco siempre fue el más malcriado, y tal vez porque requirió tanta atención al final de su vida, llegué a sentir que teníamos una conexión especial, distinta de la que tuve con todos los demás. Le encantaba comer, fue glotón desde que era un bebé; de cachorro caminaba dormido, le encantaba treparse al poste que les hice en la sala y corretear, pero de adulto lo único que lo hacía levantar de su lugar era la posibilidad de comida o alguna golosina. Nunca le gustó mucho la comida casera, pero sí le gustaba el hígado de pollo cocido y los patés; y durante los últimos dos meses adquirió el gusto por el pollo y el pescado cocido. Por eso una de las cosas más dolorosas fue darnos cuenta de que ya no podía comer,

@cosmicamentehablando

Mi gato a veces solo responde a las palabras mágicas. Mi cat sometimes only responds to these magical words #wisperchallenge #catsoftiktok #catlover

♬ original sound – vegan_flavored_sticker

Quiero pensar que hice todo lo correcto por él a pesar de sentir que le fallé, aunque no sepa cómo. Necesito pensar que todos mis niños, en donde sea que estén, saben cuanto los amé y que sin importar el que haya cometido errores o no, hice siempre lo que creí correcto para ellos aunque alguna vez haya tomado las decisiones necesarias muy tarde o quizás demasiado temprano. Pero necesito creer que ahora que están en un lugar desde donde me pueden ver, son capaces de entender mis tribulaciones, mis cuestionamientos, y mis razones para seguir preguntándome si hice lo correcto.

No sé si es posible llegar a hacer las paces con las decisiones que he tomado por ellos, pero ahora sólo puedo esperar que así sea, y que las nuevas decisiones que me toque enfrentar en el futuro con mi Nano, sean la prueba de que he sido capaz de aprender todas mis lecciones.

Desearía haber podido hablar con mi gordo para explicarle lo que estaba pasando, para preguntarle si estaba haciendo lo correcto. Pero en cambio, lo único que le pude decir mientras se iba fue «te amo mucho mi gordo, nos vemos en la próxima vida». Y confío en que así será.

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